Una historia, en principio ajena, distinta a las historias que me llaman la atención generalmente. Y no les voy a mentir, hace una semana no le tenía mucha fe a la historia que João pinta, porque me parecía extraño que un una persona "dedicada a los números" se interesara de repente por escribir. Pero la verdad es que su libro me dio vuelta de un mangazo.
La historia comienza así:
«Una cosa parecía segura: el 25 de abril de 1974, cuando aún faltaba un buen rato para las siete de la mañana, Celestino se ciñó la cartuchera a la cintura, se puso la Browning en bandolera, comprobó la petaca con el tabaco y el papel, se dejó el reloj colgado de un clavo que también sujetaba un calendario y salió por la puerta. El cielo empezaba a clarear. O tal vez ni siquiera había empezado a clarear. Además de las sopas de café con leche, Celestino se pimpló, como si nada, dos tragos de aguardiente. El primero, para la acidez. El segundo, para los pensamientos obsesivos, que él, tal como todos sus rasgos fisionómicos sugerían, era un hombre dado a prolongadas melancolías.»
Cómo llegué a éste libro: A principio de febrero tuve la suerte de que adquirí un juego de cinco libros. Todos completamente distintos. Y después de pensarlo un poco y de investigar un poco sobre el autor y otras cosas, me decidí comenzar con éste.
Mi percepción: Cuando uno busca información de éste libro en particular, tomando en cuenta sus primeras lineas, lo primero que se me vino a la mente fue que me había lanzado con alguna obra "histórica". Alguno de esos libros en los que relatan las anécdotas ocurridas en incidentes históricos como lo fue la Revolución de los claveles. Una revolución pacífica que acabó con la dictadura de Salazar en Portugal. Pero me equivoqué rotundamente. Tu rostro será el último no trata ni de revoluciones, ni de hechos histórico de un país (completamente desconocido para mi). Pero si que trata de la historia de la gente. De la historia de un grupo de personas vinculadas por la sangre y la cuerda que vincula a tres generaciones
En otras palabras, el autor es capaz de jugar con el hito de la Revolución de los Claveles de 1974 como punto departida, pero definitivamente el libro ahonda en la intimidad de una familia marcada por los largos años de dictadura y guerra colonial para narrar una gran historia.
Me llamó la atención que ésta es una obra rica en personajes sorprendentes y extraños, comenzando con el cabeza de familia, el doctor Augusto Mendes, el médico que le regaló a Celestino, cuarenta años atrás, su primer ojo de cristal. Este mismo Celestino, quien da inicio a la historia, extrañamente se pierde en la historia.
Policarpo, amigo de Augusto, el que le vendió las tierras en las que se instaló, para partir a recorrer el mundo y anualmente mandaba una larga carta dando cuenta de sus aventuras.
También tenemos al hijo de Augusto Mendez, António, que conoció a su mujer en una librería lisboeta poco antes de irse a luchar a África.
Y como protagonista tenemos a Duarte, hijo de Antonio, nieto de Augusto, cuya infancia se desarrolla envuelta en memorias ajenas, unas luminosas, otras traumáticas. Pianista precoz y prodigioso, en Duarte están puestas todas las esperanzas de la familia.
Y así la lista suma y sigue.
El libro en si es cortísimo. Y a la vez muy diferente a otros libros con los que me he topado. El autor tiene una forma muy directa de relatar cada capítulo, pero sin rallar en lo simplón. Supo jugar con las rutinas, y las cosas simples de la vida. Aunque no sigue un orden cronológico muy claro, uno tiene que darse el tiempo para leer la historia completa para entrelazar cada detalle. Quizás en ese desorden cronológico es donde se encuentra la belleza de esta historia. Historia que va planteando una serie de incógnitas que al final ni siquiera se resuelven del todo. Muchos elementos siguen quedando en el aire.
Me pasó, recién al final de la historia, que me quedé con un nudo tremendo en la garganta. Después de haber comenzado a leer con muy poco interés, me encontré amarrando hilos, y haciendo conexiones que incluso... me sirvieron para amarrar mis propios cabos sueltos. Aún cuando el libro tiene un final abierto, ahí viene un nuevo punto de partida para una nueva historia.
Puede ser que le corresponda a Duarte. Puede ser que le corresponda a uno mismo armarse una nueva historia a partir de esto. Quizas esta sea una de las peores descripciones que alguien pueda hacer de un libro, pero créanme cuando les digo, que vale la pena darle una oportunidad.
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